Los "humanoides" - "hombres chopo" de Castronuño en Cuarto Milenio
"Humanoides" que aparecieron donde comienza la novela "El Dios de las Praderas Verdes"
Hace unas semanas el programa de la Cuatro, Cuarto Milenio, emitió un programa sobre unos "Humanoides", "Hombres-chopo" en Castronuño. No lo he visto porque reconozco que me da mucho miedo, ya que tengo la certeza de que los seres inmateriales, tales como ángeles, demonios y otros, existen, aunque no están al alcance de nuestra percepción sensorial.
Paseando con mi hermano Esteban por la reserva natural ("Riberas de Castronuño-Vega del Duero"), nos encontramos a unos amigos, vecinos de Castronuño, y empezamos a hablar del tema. Por lo visto, estos "humanoides", "hombres-chopo" se le aparecieron a un vecino de Castronuño hace 30 años y, dejaron una huella indeleble en él.
Pero, lo que me llamó la atención y razón que me motiva a escribir este artículo, es que estos "humanoides", "hombres-chopo", se aparecieron justo donde da comienzo la novela que publiqué hace unos años, "El Dios de las Praderas Verdes".
Es un lugar al lado donde las aguas del Duero se embalsan a su paso por Castronuño y hay una zona de humedal en la que los chopos crecen a gran altura.
Siempre me he preguntado porqué justamente Dios me dio la inspiración de comenzar mi relato allí, justo en el mismo lugar donde estos "humanoides", "hombres-chopo" se comunicaron con el vecino de Castronuño. Mi visión no ha sido una exenta de misticismo y destellos de fantasía. "En la superficie del agua y, sobre el carrizo verde, se formaba una canícula, un calor ondulante que parecía la visión de un oasis en un desierto. Una alucinación. Una especie de aire que bailaba ardiendo... Un prodigio de la Naturaleza, Una mítica aureola".
Más tarde, he sabido que algunos ufólogos se han interesado por esta zona, pues, debe de ser, porque el río atrae, de alguna forma, a los ovnis y otros seres que puedan quererse comunicar con nosotros.
Dejo esta reflexión abierta y que, cada uno saque sus conclusiones.
María José Celemín