Campaña de Navidad en SER Valladolid de "El Dios de las Praderas Verdes"
"El Dios de las Praderas Verdes" simboliza, entre otros, el arquetipo de la Inocencia
Las personas que tienen en su personalidad el arquetipo del Inocente suelen ser buenas, amables y confiadas, pero, a ojos de una gran mayoría, pueden resultar cursis, bobos o ingenuos. Los "Inocentes" piensan que todo va a salir bien y abren su corazón.
Se dice que la necesidad del Inocente es permanecer a salvo en el Paraíso, en el estado en el que necesita que el mundo le sirva. Y se dice que el Inocente se enfrenta a la Caída, que significa abrirse paso en la vida, sintiéndose abandonado y traicionado. La Caída significa darse cuenta de que el mundo no está para servirle a él, sino que, si no se sirve él mismo, nadie lo hará en su lugar. Y con la Caída es cuando el Inocente aprende que el mundo no es siempre lo que debería ser.
En su primer capítulo de "El Dios de las Praderas Verdes" describe una especie de Paraíso, reflejado en la propia Naturaleza, donde Victoria, la protagonista, de niña, se siente arropada. El dios del Amor, de la Compasión, de la Empatía, de los Sueños Posibles y las Utopías Realizables...
Sí, evidentemente, estoy de acuerdo con quienes hacen todos estos análisis y etiquetan al "Inocente" de la forma expresada arriba.
Aún así, muchos seres humanos, en su fuero interno, desearían un mundo donde primara el buen trato, la justicia, y la ausencia de envidia, en fin, un mundo más amoroso.
Es lo que me hace seguir defendiendo este escrito. Cuando oigo de algunos lectores que es "su libro de cabecera, en la mesilla de noche", me reafirmo en la idea de que, escribiéndolo, me atreví a decir mi verdad y a desafiar a quienes no creen en el Amor.
María José Celemín