Piensa global y actúa local en Castronuño (Valladolid)
La fuerza de la creatividad en medio de la despoblación rural
Estoy esperando a unas vecinas-amigas de Castronuño, que vienen a tomar un té unos pastelitos a la eco-tienda. En realidad, donde se está bien es en este jardín de deleites y placeres con el sonido de las fuentes y la fronda de los aligustres y el olivo, pero, como ya es invierno, he improvisado un pequeño café-té en la eco-tienda, y he preparado con mimo a estas vecinas-amigas de Castronuño un té verde rico, calentito a la menta con unos pastelitos.
No estoy en Manhattan, pero Nueva York es una de mis fuentes de inspiración; de Martha Stewart a Ralph Lauren, pasando por Deirdre Imus, de quien fui tutora de español.
Me pregunto si estas vecinas de Castronuño que ahora están disfrutando del té a la menta que les he preparado, inspirada en el café de Bergdorf Goodman de la Quinta Avenida, se sienten como si estuvieran allí.
"Piensa global y actúa local". Me siento igual que si estuviera en mitad de Manhattan. Internet y las nuevas tecnologías lo han cambiado todo. Y todos estamos interconectados en esta gran aldea global. Las barreras se han roto y los puentes se han tendido.
Y yo doy gracias a Dios de haber encontrado el modo de relacionarme con el mundo, ofrecer mi fuerza creativa, mi capacidad de imaginar, y dar lo mejor que tengo a otros, para contribuir con mis dones, como una mujer que ha permanecido indomable frente a la cultura, y fiel a sus dominios sagrados y salvajes.
Hace poco me preguntaban en una entrevista qué impacto tenía mi proyecto en Castronuño, supuestamente en un pueblo que se despuebla, de los muchos que van conformando la España Vaciada. La respuesta es clara; el impulso vital y la fuerza creadora no tienen límites ni lugar, son como los sensores de un elefante cuando intuyen la presencia de un tsunami; arrancan cadenas y arrasan todo lo que se encuentran a su paso. Lo pequeño es lo grande y el batir de las alas de una mosca en Europa puede provocar un cataclismo en Estados Unidos.
Ahora, Castronuño es el mundo.
María José Celemín