El Día de Valladolid
Misoginia y borrado de talentos
Recuerdo la mañana que un periodista de El Día de Valladolid llamó para interesarse por el nuevo obrador de dulces ecológicos Al-Kauthar, en Castronuño (Valladolid). Este pequeño jardín hispano-árabe de deleites y placeres.
Desbordaba entusiasmo al explicarle el estudio sobre
Teresa de Ávila desde el arquetipo femenino griego de Afrodita, y, apasionada, le conté que yo también tenía este arquetipo en mi personalidad, y que es el que me había impulsado a convertir una antigua era de mi abuela en un "jardín de deleites y placeres", y su vieja casa, en una casa rural alegre y colorida.
Arrolladora, le expliqué que las mujeres Afrodita "convertimos en oro la sustancia ordinaria", porque ponemos nuestra pasión y modo enamorado de experimentar la existencia en las cosas y las personas y, por ello, transformamos nuestro entorno físico, emocional y personal. Que, por eso, somos mujeres alquímicas, y en nosotras fluyen los procesos mágicos.
Le dije que una de mis misiones vitales, en Castilla y León, es hacer visible a la mujer Afrodita y mostrar al mundo sus verdaderos valores.
Además, le hablé de Artemisa, de las mujeres con espíritu femenino independiente, de la fascinación del Islam, de la reconciliación de la humanidad a través del encuentro del misticismo en las diferentes tradiciones, de "El Dios de las Praderas Verdes", de la Ecología Espiritual...
Pero de lo que yo le expliqué a lo que él entendió, o más bien, quiso entender, dista una milla.
Lo que este periodista entendió es que "yo había vivido en Nueva York y que llegué a Castronuño con el objetivo de dejar atrás el pasado y mejorar mi calidad de vida".
Si "la forma en que miras es la medida del mundo" (Rumi), este periodista, con su mirada, veló la realidad para ocultarla y hacerla desaparecer. Y esto no es intranscendente. Porque, con la palabra escrita, echó cal viva a la representación de la mujer Afrodita y de la Mujer Salvaje.
En India, arrojan ácido al rostro de las mujeres para desfigurárselo. Siento que este medio de comunicación hizo lo mismo, pero con el ácido de la palabra escrita. Y esto podría pasar desapercibido si el hecho de borrar a una mujer profunda, con talento y apasionada no fuera endémico en Castilla y León.
La verdad es que, cuando lo leí, encontré un ejemplo claro del modo en que el borrado de talentos y otras realidades opera en Valladolid y en Castilla y León. En sus instituciones, en su medicina, en sus medios de comunicación y en parte de su sociedad. Y no sólo lo ha hecho este medio de comunicación. Lo hacen, prácticamente, todos.
Uno abre un medio de comunicación castellano-leonés y se encuentra con noticias tales como que el jugador de fútbol tal ha metido un gol, o que un equipo ha fichado a otro, o que el piso tercero de tal ciudad se ha incendiado, o que el pastelero de no sé que pueblo hace un postre con retrogusto a castañas, o que el pastor de otro pueblo lleva las ovejas por una cañada antigua, o que el grupo tal toca la jota. Y, cuando uno lee estas noticias se pregunta dónde está la verdadera realidad, mientras tiene la sensación de que se ahoga y de que quiere salir de aquí cuanto antes.
Pues quiero traer aquí este artículo, porque, en sí mismo, contiene la respuesta a porqué, en Valladolid, uno se ahoga, está fuera de juego, y que hay cosas que no encajan, pero que sí lo hacen cuando vas a otros sitios donde hay bio-diversidad, y puedes estar inserto de forma correcta en la sociedad.
El statu quo de Valladolid borra y elimina lo femenino ancestral, la naturaleza femenina instintiva, el modo apasionado de experimentar la vida, y otras formas de inteligencia imaginal y perspicaz propias, por ejemplo, de los judíos. No es, ni más ni menos, que la
depredación silenciosa que describí cuando publiqúe "El Dios de las Praderas Verdes", y que dediqué a Nevenka Fernández. Opera a todos los niveles.
Es fundamental elevar a lo consciente estos comportamientos, que siguen sacando de la sociedad a mucha gente castellano-leonesa de su propia casa y de su propio país. Un verdadero expolio y una diáspora, que sigue funcionando con la misma eficacia que hace 600 años.
TODOS LOS CIUDADANOS INSERTADOS DE FORMA CORRECTA EN LA SOCIEDAD
Lejos queda Nueva York con el reconocimiento y la valoración de las cualidades ajenas. Los japoneses acostumbran dar las gracias por todo. Y los judíos tienen en su consciente colectivo la certeza de que son un pueblo inteligente. Una de sus mayores preocupaciones sociales y políticas es que todos los ciudadanos estén insertados de forma correcta en la sociedad, contribuyendo con lo mejor de sus dones a la misma.
ECLIPSAR AL OTRO
Estamos en la época de los Talones Mesiánicos, en la que se acostumbra pisar al otro sin pudor, donde prima el rigor en vez de la ternura. Vivimos en la Edad de la Oscuridad, la Kali Yuga, de la que, ya advirtieron los vedas, predominaría el egoísmo y la rudeza.
ODIO GRATUITO
Eclipsar los valores del otro es hacerle sufrir, y es un aspecto por el que algunas sociedades no terminan de prosperar, y por lo que deben rectificarse.
En el judaísmo es Onaat Devarim: odio gratuito. Y qué decir del mensaje de amor incondicional al prójimo de Jesús.
Uno puede hacer obras de bien, pero lo que no conducirá a la prosperidad, ni colectiva ni individual, es no ser considerado con el otro, es hacerle sufrir. Para la mayoría de las tradiciones espirituales, es lo más reprobable.
No hacer al otro lo que no nos gustaría que nos hicieran a nosotros debería ser la norma que gobernase estas sociedades, pero me temo que no es así.
Si queremos prosperar individual y colectivamente, no tendremos más remedio que ser considerados con los demás, sean Afrodita, sean el fulano o el mengano, lleve el pelo al ras, o no nos guste su vestimenta. No queda más remedio que rectificarse.
María José Celemín