El Norte de Castilla
Borrado de mujeres y talentos
El Norte de Castilla - Borrado de mujeres y talentos
Hace dos años, más o menos, y, con motivo del 25-N, publiqué en mi blog unas reflexiones sobre el arquetipo de la "Mujer Salvaje", extraídas de la lectura de "Mujeres que corren con los lobos", de Clarissa Pinkola Estés.
Me estremecí cuando leí este párrafo:
"Me crié rodeada de bosques, huertos y tierras de labranza. Allí los truenos y los relámpagos eran mi principal alimento. Por la noche los maizales crujían y hablaban en voz alta. allí los lobos acudían al bosque a la luz de la luna, brincaban y rezaban. Prefería la tierra, los árboles y las cuevas, pues sentía que en aquellos lugares podía apoyarme contra la mejilla de Dios"
No podía creer lo que leía. Sentía tal emoción dentro de mi pecho que casi empecé a temblar. La experiencia de la que hablaba Clarissa era la misma que yo había sentido al escribir muchos de los capítulos de "El Dios de las Praderas Verdes". Sin ir más lejos, el prólogo de "El Dios de las Praderas Verdes" reza así:
"Yo me crié en el paraje que en Castronuño llaman “Las Alamedas”, cerca del recodo que el río dibuja cuando, acompañado de negrillos y chopos, camina por Castronuño hacia Toro.
Fui creciendo con los árboles frutales que mi padre plantó con nosotros cuando éramos niños. Mi corazón pertenece allí, mi cuerpo, cuando yo muera, querré que se funda con el suelo, donde cae la sombra de los cerezos, al lado del manantial.
Allí está toda mi poesía, mi pureza, mi inocencia..."
Al escribir este párrafo, y otros que definen la
reserva natural de Castronuño, sin ser consciente de ello, estaba declarando la relación indómita que mantenía con la Mujer Salvaje que siempre he llevado dentro de mí, y a la que siempre he sido leal.
Resonaban reveladoras las frases de Clarissa: "Las mujeres que llevan en su psique el arquetipo de la Mujer Salvaje han sido el blanco de aquéllos que no sólo quisieran limpiar la selva, sino también el territorio salvaje de la psique, sofocando lo instintivo hasta el punto de no dejar ni rastro de él".
Me parecía tan interesante que se lo envié al periódico
"El Norte de Castilla", por si querían saber más, o hacer alguna entrevista.
A los dos días, llamó un periodista. Al otro lado del teléfono se oyó una voz muy joven. Y me dijo que otro periodista estaba fascinado con lo de la Mujer Salvaje. Que les llevase el libro. Que les gustaría leerlo.
Ingenua de mí, cogí el coche hasta Valladolid, hasta el edificio de el Norte de Castilla, y se lo llevé.
Desde entonces, no he vuelto a tener noticias.
Creo que el periodista de El Norte de Castilla que se fascinó con la "Mujer Salvaje" imaginó la "Mujer Salvaje" tal y como la ha construido el Patriarcado.
Creo que este periodista se hizo una falsa idea de lo que es la Mujer Salvaje.
Me temo que este periodista rescató de su memoria la limitada concepción patriarcal de la "Mujer Salvaje", e imaginó una portada del Interviu, o una mujer de hierro sin escrúpulos ni experiencia subjetiva alguna.
Sin embargo, la Mujer Salvaje es un chorro de poesía, un alma que busca encontrarse con la Naturaleza y el resto de la Creación en medio de la niebla y de los bosques, tal y como lo definió Pinkola Estés en su libro, tal y como, salvando las distancias, lo describí en El Dios de las Praderas Verdes.
La Mujer Salvaje mantiene una cualidad de pureza original e integridad imperturbable.
No, amigo, la Mujer Salvaje, la que pasea al atardecer por las encinas del monte de Castronuño y se alimenta con los chillidos de las garzas imperiales, es una mujer íntegra.
Éste es uno de los cientos de miles de ejemplos de cómo opera el borrado de mujeres y talentos en los medios de comunicación oficiales de Castilla y León. De cómo se entierra y se echa cal viva a quien responde a una inteligencia proveniente de la intuición y del espíritu.
En la antigua Grecia se enterraban vivas a las niñas vírgenes vestales que hubiesen profanado los atributos de la diosa. Eran sepultadas en una pequeña cueva bajo tierra con luz, aceite, comida y sitio para dormir. La tierra sobre la misma era nivelada como si no hubiese nada debajo.
Siento que El Norte de Castilla, otros medios oficiales, e instituciones castellano-leonesas están haciendo lo mismo con este libro, "El Dios de las Praderas Verdes".
María José Celemín