Rosquilla, un gato altamente sensible
El Rey de la finca
El valor del amor
Éste es Rosquilla, mi gatito. Rosquilla apareció de la nada en nuestra finca hace unos meses. Recuerdo el primer día que le ví. Maullaba con ansiedad, como si tuviera una herida sangrante. Los otros gatos le miraban perplejos. Pregunté a mi madre quién era ese gato y cuándo había aparecido. Gritaba y bufaba a los otros. Iba y venía con zozobra. No sabíamos de dónde salía.
Yo me iba ya, pero no podía irme dejando a aquel animalito en semejante estado. Le pregunté a Esteban, mi hermano, cómo le podría coger, pues, no se dejaría. Algo muy dentro de mí me decía que lo habían abandonado.
Si alguien podía entenderle, ese alguien era yo. Estaba tan nervioso que sólo hacía que aullar. Me sentí identificada con él. Me recordaba a mí misma cuando llegué de Nueva York. Desde el principio supe que era un
Gato Altamente Sensible.
Le puse comida y agua. Y, enseguida, se dejó coger. Se empezó a tranquilizar.
Los primeros meses estuvo en mi regazo. De repente, sentí que tenía un bebé. Un bebé al que tenía que proteger. Yo sólo quería coger a mi gatito y darle todo mi amor, que él recibía con entusiasmo. Parecía que sonreía en un estado de felicidad. Se ponía boca arriba para que acariciase su barriguita, y ponía su cabecita junto a la mía para decirme que frotara sus orejitas. Buscaba su cabecita contra la mía y ronroneaba.
Mi hermano Esteban me dijo que había que ponerle un nombre, para que, al llamarle, supiera que era él. Yo pensaba en un nombre que hiciera referencia a alguna de sus cualidades. Decidí ponerle Rosquilla, porque, cuando me veía, se ponía panza arriba. Hacía "el rosquilla".
Un gato diferente, más sensible y amoroso. Un alma gemela. Mi Rosquilla.
Y, enseguida, empezaron los celos y las envidias de otros dos gatos. Dos machotes que empezaron a perseguir y a acosar a mi aristocrático Rosquilla. Corrían detrás de él y mi pobre Rosquilla salía despavorido y desaparecía. Yo salía detrás de ellos, corriendo también, para defender a mi gatito de aquellos dos vulgares matones. Su corazoncito latía muy fuerte.
Decidimos que durmiera dentro de la casa. Mi madre le puso una manta en el alféizar de su habitación. Así, podía meterse si aquellos dos impresentables le buscaban, o irse a cazar cuando quisiera.
Me lo he encontrado muchas mañanas puesto mirando fijamente los agujeros de los topos. Descubrimos que era un gran cazador, a diferencia de los otros dos torpes.
Intuitivo y habilidoso, empezó, por las noches, a encontrar el camino adecuado para dar esquinazo al par de envidiosos, y llegar a la ventana sano y salvo. Me ha admirado su sigilo y saber hacer.
Para mí ha sido como un juego. Llegaba a la finca y le llamaba con un tarareo: "Rooosquiiillaaa", "Rooosquiiillaaa", y él aparecía como por arte de magia.
Rosquilla decidió no estar con los otros gatos y pasaba las horas en la viña. Él sabía que yo llegaría con mimos a alguna hora del día. Si era de día, cuando él oía su nombre y mi voz, venía corriendo hacia mí, se paraba en seco a mis pies, y se ponía a hacer el rosquilla para que le acariciase.
Hemos sido almas gemelas. Él iba a recibir el amor, la protección y la comprensión que yo le he ofrecido.
Un gato altamente sensible y considerado.
Por las noches, cuando le llamaba en la oscuridad, me respondía con su maullido, y aparecía entre los árboles.
Yo me tumbaba en el suelo y él pasaba su cuerpecito por mi costado, y retorcía su cabecita para que le acariciase. Se ponía encima de mi barriga y ronroneaba.
"Eres el rey de esta finca", "eres el rey de esta finca", le decía. Y él me sonreía, se ponía panza arriba y empezaba a jugar con las patitas loco de contento. Era como un bebé. Le acariciaba y le decía que, entonces, ya me tenía que ir, pero que él se quedaba ahí a cuidar de las viñas y de los árboles, porque él era el rey de la finca, y no tenía porqué tener miedo a los otros gatos.
Rosquilla ha sido más que un gato, quizá un angelito con forma de gato.
Esta mañana ha aparecido muerto en la carretera. Siempre he pensado que, con lo intuitivo que era, estaría alerta con los coches. Esto es lo malo de que las personas y los animales sean libres. A pesar de que su cuerpo no estaba, yo le he estado llamando de la misma forma, pues sé que el alma sigue aquí. Una pequeña llama blanca ha aparecido en el cielo. Era él.
He pedido a Dios que el alma de Rosquilla ascienda a planos superiores desde los que me envíe bendiciones. Aunque estar con él era ya estar en el Paraíso. Darle mi amor y protegerlo ha dado sentido a mi vida. Lo mismo que recibir su amor.
Estar con Rosquilla ha sido volver a ese "Dios de las Praderas Verdes"; "deslizándose por aquella canícula, sobre los maizales y el carrizo... allí estaba Dios... era el dios del amor, de la ternura, de la sensibilidad, de la compasión, la comprensión...".
Me he acordado de mi amigo Ángel, de Tecnaire, de Valladolid, que perdió a su hija.
El día que nos conocimos me dijo que renunciaría a todo; a su dinero, a las cosas materiales, que se quedaría sin nada, completamente desnudo, con tal de volver a ver a su hija.
Hoy yo he sentido lo mismo con la pérdida de mi Rosquilla.
Mis padres, mi hermano y yo hemos protegido durante este tiempo a Rosquilla. Un gato intuitivo, sensible e inteligente, más amoroso y tierno. Nadie habitual, que, por estas cualidades, fue objeto de envidias de los otros gatos.
Yo he hecho de él "el rey de la finca", y, como le decía al irme, "eres ahora un gatito mimado y querido".
Siento que hemos sido los héroes de salvar la vida al Rosquilla, y hacer de él un gato feliz. Como lo hicieron aquellos héroes anónimos con los judíos durante el nazismo.
Ahora, más que nunca, con mi Rosquilla sin el cuerpo, pero con el alma presente entre nosotros, soy más consciente de la misión de defender, proteger, cuidar, mimar, y dar amor a aquellos seres más brillantes, sensibles y amorosos, que, por estas cualidades, son objeto de envidia y persecución.
Ahora, más que nunca tiene sentido ese
"Dios de las Praderas Verdes"; el dios del amor, de la ternura, de la sensibilidad, de la empatía, de la comprensión, de la compasión...el dios del amor.