¿Despoblación rural en Castilla y León o terrorismo castellanista?
Las mismas y profundas heridas espirituales hacia las mujeres y los diferentes se siguen considerando "agotamientos nerviosos" por los médicos
Cuando publiqué
"El Dios de las Praderas Verdes" entró en mi casa una vecina de Castronuño y me dijo que Victoria, la protagonista de mi novela, no estaba bien de la cabeza. Otros vecinos me tachan de rara o dicen que estoy sola (soltera), hundida y amargada, y que
Al-Kauthar, mi preciosa casa, el reflejo del jardín coránico con fuentes nazaríes, palmeras y olivos, es "un caseto".
Los más osados se atreven a vocear delante de mis clientes de mi casa rural y llamarme por el bonito apelativo de "esa boba la verga de la casa rural", y otros, para abreviar, me echaron de la Semana Cultural y se mofaron de las investigaciones que llevo a cabo sobre
los arquetipos de las mitologías en las diferentes tradiciones.
Entiendo que no es normal que alguien que puede estar ofreciendo
lectures en la universidad de Columbia de Nueva York , viva y lleve su actividad de investigación,
empresarial y profesional,
eco-emprenderora, en un pueblo de 800 habitantes de los que se despuebla a toda velocidad de Castilla y León.
Las hijas de esta vecina de Castronuño han vuelto a entrar en mi casa y me han pedido que quite el coche de mi puerta porque, según ellas y su percepción de la realidad, mi coche, en la calle, en mi puerta, lo he aparcado con mala intención. Lo debería haber aparcado en zig-zag (son las nuevas normas viales), ya que no dejo pasar los coches que vienen al bar que ha abierto el vecino de al lado, un vecino que ha conseguido que no pueda dormir en mi preciosa casa de fuentes nazaríes, porque sus perros ladran. Te dicen que te van a rozar el coche y otras barbaridades más. Algunos vecinos de Ponferrada también afirmaban que "Nevenka llevaba minifalda".
Eso sí, que sepa quien quiera venir al pueblo a eco-emprender, que no sólo lo van a poner a parir, sino que puede recibir, en cualquier momento, visitas de la Guardia Civil, quizá, un 13 de enero, a las 11:00 de la noche, tratándole de intimidar, pidiendo que, si él protesta por los ladridos de los perros, otros vecinos le tirarán la casa, alegando que su casa es ilegal.
A la zaga no se quedan otros representantes públicos, que, en la intimidad de los edificios públicos, afirman que este tipo de violencia contra la mujer, los sensibles y el diferente son "cosas personales de cada uno". Eso sí, luego hacen el paripé el 25-N y sacan un mantel pintado con manos de colores. Te reverencian con muecas de odio y, al mismo tiempo, afirman que no hay violencia.
Alguien arquetípico como yo es reconocible a distancia, sin abrir la boca. Este
arquetipo de mujer indómita que ha permanecido virgen y fiel a su naturaleza originaria que suscita la añoranza en muchas mujeres que me ven sin contaminar por los condicionamientos de la cultura, arranca, por el contrario, las mismas emociones destructivas que arrasaron, en Castilla y León, con los judíos, con el arquetipo de la
"Mujer Salvaje", mujer creativa, apasionada, llena de vida, vital, cuyos dominios salvajes no están sólo en la Naturaleza, sino en su propia psique y representa lo sagrado femenino, la sabiduría ancestral y originaria femenina, lo intuitivo, el conocimiento de otras realidades que están vedadas a los ojos de otros, y, básicamente, la fantasía, puente con otros mundos y fuente inagotables de creación e inspiración.
La destrucción, el acoso, el derribo, al precio que sea, de una mujer arquetípica, es una constante en Castilla y León. Lo mismo que describió Clarín en La Regenta hace doscientos años. El daño a su imagen, las calumnias, las injurias, el expolio económico, las campañas de difamación, y el arrasar con su reputación, sea como sea. La quema de brujas fue un hecho y lo sigue siendo.
Este exterminio en el mundo rural castellano-leonés es el que se sigue practicando, con cooperación necesaria de todos sus actores, que forman parte de él: policías, guardias civiles, alcaldes, concejales, médicos, jueces, fiscales, medios de comunicación, pobres, ricos.
La fuga de cerebros sigue goteando en esta casa que se incendia, en este terrorismo incruento, que es la depredación silenciosa y el derribo al más inteligente: víctimas en paradero desconocido, desapariciones, y la culpa la tiene, como no, la víctima. En este sucio inconsciente colectivo siempre oirás una frase, una de esas frases que para nada son inofensivas y que niegan esta atroz realidad.
Esta casa lleva incendiándose años, décadas, siglos, este pensamiento único que impuso la Inquisición, este odio al diferente, este amor por la chapuza, la falta de excelencia y la capacidad de ir con el pensamiento dos pasos más allá, está pasando ahora una factura histórica, la despoblación, la propia auto-destrucción.
María José Celemín