El origen de la corrupción en España, la política clientelar
El Dios de las Praderas Verdes, un buen momento para leerlo
Una se pregunta si en todos los países existe la misma corrupción que en España. Lo cierto es que parece que el Estado del Bienestar funciona mejor, por ejemplo, en los países nórdicos.
En España no.
En España hay millones de personas al límite de la supervivencia, resultado, en parte, de la gestión de los poderes públicos, quienes, lejos de fomentar las condiciones necesarias del Estado de Bienestar, insanamente, hacen lo contrario.
Por ejemplo, las administraciones.
Las administraciones saben que no van a conceder las subvenciones que hacen públicas. Sin embargo, no tienen escrúpulos para hacer perder el tiempo en la gestión de las mismas. La gestión de una subvención puede llevar meses. Son subvenciones que, finalmente, no se conceden. Dinero que va desviado a los clientes de las administraciones.
Es un buen momento para leer "El Dios de las Praderas Verdes", cuya segunda parte describe el comportamiento de los actuales descendientes de los caciques del siglo XIX. Y cómo sus actitudes perviven en el día de hoy.
Los caciques crearon una cultura de súbdito y una política clientelar, que, obviamente, es la que persiste, y es el origen de esta insostenible situación de corrupción.
"El Dios de las Praderas Verdes" describe, en su segunda parte, todo el imaginario que articularon los caciques del siglo XIX para conseguir los votos y la docilidad social.
"El Dios de las Praderas Verdes", además de una novela rica en descripciones, es un ensayo que analiza
todas estas cuestiones.
La tesis del catedrático emérito D. Pedro Casara Soto "Élites castellanas de la Restauración - las grandes sagas familiares de Valladolid" fue de gran utilidad para poder comprender las actitudes actulaes de corrupción y la forma en la que surgieron.
Por eso y, para entenderlo, y, también, para tomar decisiones personales a la hora de saber qué podemos esperar de nuestro país, la lectura de "El Dios de las Praderas Verdes" puede ser esclarecedora.
María José Celemín