La ultraderecha, un mundo estrecho y pequeño
El Dios de las Praderas Verdes, más vigente que nunca
El papel crucial de la mujer independiente del patriarcado
El Dios de las Praderas Verdes está más vigente que nunca porque Victoria, su protagonista, un alter ego mío, se ahoga en una sociedad integrista que se dice democrática.
En la segunda parte del libro aparece el personaje de Vicente, un bisnieto de uno de los caciques del Valladolid de la Restauración, que promete llevar al psiquiatra a Victoria, a quien ve como un trofeo, por ser una mujer apasionada y de espíritu femenino independiente, que desafía el estado mental del patriarcado, y que cuida de los más vulnerables y de la Naturaleza.
Las iglesias de Cristos sangrantes del Valladolid, donde aún se percibe el hedor de la quema de luteranos, son la única forma de espiritualidad que Victoria tiene a su alcance.
Una Facultad de Derecho que ignora la creatividad de Victoria, y una salida profesional como la de trabajar en un banco, que desprecia su talento, aparecen en el libro como única opción para Victoria.
Un mundo estrecho y pequeño, basado en el estado intelectual de Isabel la Católica, que desconoce el amor y la compasión, se contrapone al universo infinito de Nueva York, donde todo es posible y la oportunidad de intercambio hacen visible a Victoria y le facilitan crecer.
Todo esto que relata El Dios de las Praderas Verdes es el hashtag del libro que Juan José Millás escribió sobre Nevenka, "hay algo que no es como me dicen".
Ese "algo que no es como me dicen" es el integrismo, la xenofobia, la homofobia y la misoginia del día a día de una sociedad que se dice democrática cuando no lo es.
Un integrismo que se filtra como vasos comunicantes en todos los ámbitos sociales y que en El Dios de las Praderas Verdes da la cara también en una medicina misógina.
Un integrismo, en definitiva, que excluye de forma violenta a la mujer profunda, creativa y talentosa que encuentra su experiencia mística en la Naturaleza indomesticada y las tierras vírgenes, tal y como lo encuentra Victoria en los parajes indómitos de la reserva natural de Castronuño.
Frente a esta ultraderecha y a estas mujeres-macho que alaban a violadores y niegan el cambio climático, las mujeres de espíritu femenino independiente tenemos un papel crucial en el momento actual, porque defendemos a otras mujeres y niñas, y protegemos la Naturaleza para hacer un mundo más justo.
Reivindico los primeros capítulos de El Dios de las Praderas Verdes, que describen de forma prolija la rica flora y fauna de la reserva natural de Castronuño, donde Victoria, la protagonista de El Dios de las Praderas Verdes, se reafirma y encuentra su hogar.
María José Celemín
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