Cuando me preguntó por qué este gusto por lo andalusí, le enseñé el ensayo "Santa Teresa a la luz de los arquetipos femeninos griegos: Afrodita y Hestia. Una Nueva Mirada", y le expresé mi fascinación por la estética del Islam y mi asombro por lo que cuentan los místicos de todas las tradiciones en su experiencia, entonces, puso cara de desorientado y dijo: "Afrodita...Misticismo...Celemín, ahí me pierdo".
"Afrodita...Misticismo...Celemín, ahí me pierdo"
Yo me pregunto cómo es posible que todo un señor ingeniero naval, una mente brillante, un superdotado, (no lo digo con ironía) nacido en una familia bien, con pedigrí, educado en los valores tradicionales, con una gran formación cultural, que se mueve como pez en el agua en el mundo de las inversiones y que analiza la viabilidad de proyectos empresariales, no pueda entender algo tan sencillo como que las mujeres Afrodita ponemos nuestra luz dorada sobre las personas y cosas para transformarlas.
¿De verdad que es tan difícil entender que una mujer es capaz de convertir una antigua era en un jardín árabe porque tiene un carácter apasionado? ¿Es tan difícil entender que las mujeres Afrodita convertimos en oro la sustancia ordinaria por nuestro modo enamorado de experimentar la vida?
No estoy criticando a mi amado profesor. Muy al contrario, es una de esas personas que influyen en la trayectoria de una y que, cada vez que hablas con ellas, señalan de ti algo que te recuerda quién eres.
Dicho esto, traigo
esta foto a este artículo. Es la foto que se tomó Fernández Mañueco, el actual presidente de la Junta de Castilla y León,
en la entrega de premios Castilla y León 2020.
Pero esta foto es tremenda. Es la foto de las ausencias. Es una foto elocuente, porque en ella se oye el grito ahogado de miles de mujeres creativas, talentosas y profundas. En esta foto veo el rostro impotente de muchas mujeres escuchando esas "frases sin importancia" y esos "pequeños abusos" que tejen el día a día y definen la idiosincrasia de Castilla y León. Cuántas lágrimas y cuántos sueños truncados hay en ella.
En esta foto veo a un
regimiento de desaparecidas que, de forma silenciosa, perecen en la niebla para no volver. Como Victoria, la protagonista de
"El Dios de las Praderas Verdes", en uno de sus capítulos.
Éstos, que se encargan de decir quién es el premiado y quién no, son los que han arrasado y despoblado el medio rural de Castilla y León con su política clientelar y su
cultura de súbdito, a la vez que han ignorado y perseguido, rechazado y saqueado la naturaleza instintiva femenina para ponerla a su servicio.
Cuán diferente, rico y variado, dinámico y diverso, próspero y abundante sería el medio rural castellano-leonés si en esa foto estuviésemos las mujeres Afrodita y las mujeres Artemisa de espíritu femenino independiente, que cuidamos la Naturaleza y protegemos a los más débiles.
Y cuán diferente sería el medio rural castellano-leonés, si las mujeres Afrodita estuvieran a cargo de él. Entonces, estaría embellecido y lleno de jardines donde corre el agua de las fuentes, y el viajero se deleitaría con
ambrosías ecológicas.
Cuán diferente sería el medio rural castellano-leonés, si las mujeres Afrodita estuvieran a cargo de él. Entonces, estaría bendecido por el
discurso persuasivo de Afrodita, y el viajero podría deleitarse con los libros escritos por las mujeres con el poder transformador y creativo del amor.
Pero no, éstos han optado por cortar las rosas que tanto les gustan, en vez de mimarlas y regarlas, para que exhalen su mejor perfume, y contribuyan con lo mejor de sus dones a esta comunidad.
Éstos son los mismos que violaban a las mujeres delante de sus maridos, enterraban a las vestales vivas, y encerraban de por vida a las adúlteras. Y no sé con qué autoridad se atreven a seguir haciéndolo. No sé qué y quién se han creído que son para que sigan robando lo que nos pertenece y nos hagan sentir unos extranjeros en nuestra propio país.
"Nueva York, en casa", es el título de la tercera parte de "El Dios de las Praderas Verdes".
Éstos son los que dicen una cosa y hacen otra. Y quieren que la gente les respete. Son hipócritas como un sepulcro blanqueado que, por fuera parece muy limpio, y por dentro está lleno de huesos muertos y de toda clase de inmundicias. Son los nuevos fariseos. Una raza de víboras.