El Dios de las Praderas Verdes cuenta, a través de Victoria y del resto de sus personajes, los problemas acuciantes del momento presente; de la situación mundial y social; de la caída de las viejas instituciones y del momento de transición y cambio que vive hoy la humanidad hacia una nueva era.
En la quinta parte "El regreso de la Tomboy - El Dios de las Praderas Verdes" se cuenta cómo, a partir del Once de Septiembre, la situación jurídica de los Estados Unidos se hizo más vulnerable y cambiante.
Ha sido, tras la promulgación de la Patriot Act, que dio plenos poderes a los agentes de aduanas norteamericanos, el momento en que éstos han tenido potestad para detener a ciudadanos de cualquier nacionalidad de forma ilegal sin causa que justificara la detención.
Es, por tanto, la inseguridad jurídica lo que viene sucediendo desde entonces y de lo que Victoria fue víctima.
"Lo que sucedió fue que la trepidante actividad de Manhattan se frenó en seco tras el once de septiembre. Con la debacle, los restaurantes de la zona cero, desaparecieron y, el resto dejó de recibir clientes. La gente tenía miedo de salir a la calle, de ir a las tiendas, de coger el metro. De hecho, y a partir de aquel día, no se volvieron a ver ejecutivos de Wall Street en sus vagones al lado de los miserables sin techo, como había sucedido en los años noventa. Aquel Manhattan se lo llevó el Desastre. Sólo se veían africanos, latinos y otros que no se podían permitir el pago de un taxi por cada trayecto. Por otra parte, los delis, los cafés, las tiendas, las hamburgueserías, los pubs que, antes habían aceptado sin problema alguno a inmigrantes sin papeles para trabajar en sus cocinas, sus cajas de cobro o sus guardarropas, empezaron a rechazarlos por miedo a ser investigados por las autoridades. Un año después, se darían cuenta de que ellos no serían la diana de los servicios de inteligencia porque, si había alguien que mantuviera la economía de Manhattan eran precisamente todos esos indígenas sin papeles que llegaban de Méjico, pasados por los coyotes en la frontera, en busca del ideal mundo norteamericano que veían tras los televisores en sus aldeas desiertas. Ellos hacían los trabajos en las humeantes, espesas y casi inhumanas cocinas de los restaurantes neoyorquinos o de baby-sitter para las matriarcas del Upper East Side. Y, si todos ellos hubiesen sido expulsados, Manhattan se habría quedado sin sartén ni fregona, ni criado que le sonara los mocos y le cambiara los pañales. Era el motivo por el que a los sucesivos gobiernos de los Estados Unidos les había interesado que los gobernantes de los países latinoamericanos fuesen títeres y corruptos, puestos por los propios Estados Unidos.
Así que, Victoria no logró hasta ocho meses después de su llegada, conseguir el trabajo en Zucchero, la trattoria italiana que estaba a tres minutos a pie desde Saint Mary´s en la Segunda Avenida.
Durante aquel tiempo subsistió con el dinero que había ahorrado que había ganado en el banco; con él pudo pagarse una nueva matrícula en la escuela Strasberg, sin embargo, cuando el dinero se acabó para una segunda, optó por una escuela más barata: el HB Studio, situado en el sur de la isla, en la calle Bank Street. Aún así, los gastos regulares: el alquiler de la residencia, la comida, el transporte y el resto de imprescindibles superaron su capacidad de ahorro. De las clases de español, sólo contaba con los ingresos de Deirdre y Wyatt. Siempre faltaba 400 ó 500 dólares para alcanzar la suma completa de la matrícula. Hasta que, por fin, el cinco de diciembre y, viendo la inmigración americana que le habían expedido un permiso de estudiante que no usaba, le enviaron una carta pidiéndole que saliera del país. Pensaban que, Victoria, al no usar el permiso, podría estar dedicándose a otras actividades que pudieran tener relación con el terrorismo islámico. A partir de entonces, pasó a ser considerada como sospechosa.
Un duende terrorista".
Párrafo extraído del Capítulo Primero "Sospechosa" de la Quinta Parte "El Regreso de la Tomboy - El Dios de las Praderas Verdes"
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