En la novela Dios tiene un significado propio.
A lo largo de la novela Dios aparece y desaparece.
Aparece cuando Victoria está integrada en el entorno y es feliz, y desaparece cuando a Victoria les es arrebatado su propio ser para transplantarle una identidad que no es la suya sino la que a otros les gustaría que fuese y que Victoria cree.
Dios aparece cuando está integrada en un entorno en el que sus talentos y habilidades están a salvo. En un entorno a salvo, Victoria puede conectar con ella misma, con otros, sentir que forma parte de un todo, del Universo, sentir que es útil para una comunidad y sentir que su vida tiene sentido. Nueva York, en la novela, es el escenario en el que Victoria puede desarrollar sus talentos.
Por eso, y una de las conclusiones de la novela es que Dios está presente cuando el ser humano está cerca de sí mismo y Victoria está cerca de sí misma cuando puede desarrollar sus talentos, que es en Nueva York.
Es la sensación de plenitud que Victoria, la protagonista, experimenta después de haber representado el papel de Blanche.
“Y, cuando Victoria, salió de la escuela y pasó por la fachada de ladrillo de estilo federal del edificio del Strasberg, sintió que iba flotando. Que sus piernas eran más ligeras. Más delgadas. Que la mañana, además de soleada, y de haber adoptado para sí un óptimo climático, en su existencia, se sobredimensionaba… para amarla. Abrazarla.
Debía ser aquello mismo que experimentaban los santos.
Una visión del Paraíso.
Una experiencia extática.
No podía ser más feliz.
Todo Le Había Sido Dado.”
Y es lo que describe Mihaly Csikszentmihalyi como "experiencias óptimas" en las que los inpiduos se concentran completamente en la actividad que están haciendo; se involucran en lo que hacen de tal forma que se olvidan de los problemas cotidianos y la sensación del transcurso del tiempo varía. La vida está justificada en el momento presente y no se hace con un fin ya que el hecho de realizar la actividad en sí misma tiene una recompensa inmediata e intrínseca.
Es lo que Wayne Dyer describe cuando él mismo escribe y que es la misma sensación de muchos escritores. Wayne Dyer menciona al poeta persa Rumi y dice: "Entre dos y tres de la mañana, hay una brisa que tiene secretos que contarte. No vayas a dormir". Dyer dice que siente que está integrado en el Universo y que cuando empieza a recibir la inspiración y a escribir siente que no es él quien está escribiendo, sino ese alguien superior es el que le ha susurrado todo lo escrito. En esos momentos es cuando uno está más cerca de Dios, cuando está completamente en línea con lo que es uno mismo, cuando desarrolla sus talentos y, en último término puede ser útil a los demás y hacer su propia contribución personal y cumplir con su misión.
En los momentos de tribulación, la conexión consigo misma y el encuentro con su propio ser llega en los momentos de soledad en los que ella se ve, se reconoce, se acepta y se ama.
Dios desaparece cuando Victoria está en un entorno pobre como el castellano en el que no puede desarrollar sus talentos. Su espíritu está, de alguna forma, muerto.
Es en esos momentos cuando Victoria puede trascender y encontrar la compañía de un Ser Invisible y Superior: Dios… El Dios de las Praderas Verdes.
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